Crónica de una casi expulsión [I]

Hoy por fin terminó aquella historia. La que inició aproximadamente un par de meses atrás. Una historia que lo tuvo comiéndose la cabeza durante varios días a lo largo del ciclo. En el pasado quedó un capítulo lleno de enseñanzas, encuentros y desencuentros en La Bausate.

Wasaberto cursaba el segundo ciclo. Era un lunes apesadumbrado, de esos en los que siente que las más pesadas nubes han entrado por su techo adhiriéndosele como sanguijuelas y haciendo más pesada la ya difícil tarea de levantarse de la cama; con la modorra habitual de los lunes, se dirigió a la universidad. Toda esta holgazanería tendría sus consecuencias, ya que, gracias a esto, llegó alrededor de quince minutos tarde a clase. No le gustó para nada la idea de llegar tarde, y menos sabiendo que se hablaría sobre Sartre, Ortega y Gasset, Nietzsche, y demás filósofos contemporáneos que tanto le llaman la atención. Impetuoso por no perdérsela, abrió la puerta…, dando lugar a uno de los sucesos que más han marcado su corta carrera universitaria. Un episodio cuanto menos curioso de un desencuentro entre un maestro y su alumno. Todo ocurrió en un fugaz instante, en el que un no seas sapo que Wasaberto soltó (modo: sorna) hacia un compañero, fue interpretado quiméricamente por quien no debía.

Wasa –como algunos le decían- asomó por el salón provocando la curiosidad de dos compañero (Goofy y La Pantera Rosa) que voltearon a mirarlo. Una vez dentro, preguntó al profe si podía ingresar. Alumno, no, no puede ingresar, llega quince minutos tarde. Resignado a la respuesta, Wasa decide abandonar la clase; no sin antes soltar un poético no seas sapo para La Pantera Rosa (LPR).

Estando fuera de clase, pasaron algunos segundos, hasta que el profe salió del salón para hablar con Wasa. Alumno, le comunico que enviaré un parte informando sobre su inadecuado comportamiento; y más quejas, a regañadientes. Quedó bruscamente anonadado mientras el profe reingresaba al salón. No supo qué decir ni hacer, Wasaberto quedó prácticamente congelado ante la repentina y fugaz aparición del profe. Después de reaccionar y analizarlo un poco, llegó a la conclusión de que había ocurrido un mal entendido, y quería solucionarlo lo antes posible. La idea de provocar tal reacción enérgica y radical en el profe (un hombre modoso y pasivo, en definitiva un profe de filosofía), le gustaba en cierto modo, pero más le preocupaba no manchar su expediente académico. Ya que, nunca antes, en el pasado, ocasionó algo parecido.

Esperó hasta que finalizó la clase de filosofía para acercarse al profe. Mientras intentaba aclararle el malentendido, el profe hizo oídos sordos. Joven si tiene algo que decir, entréguemelo por escrito; cayendo como balde de agua fría para Wasa quedando congelado nuevamente. Viendo que por ese lado no podría solucionar nada (de momento) fue a averiguar qué había pasado para que el profe saliera a decirle esas palabras. Nadie mejor que Goofy (espectador de lujo) para contarle lo ocurrido; mientras este le contaba su versión de los hecho, Wasa se sorprendía de manera que su sorpresa podría haber sido su nariz de grande; pasó esto, pero él le dijo esto otro, entonces este entendió así, y luego salió a buscarte. Lo primero que le quedó claro a Wasa fue que LPR –antiguo camarada- le había clavado un puñal en la espalda, haciéndole entrever al profe que el poético sapo iba dirigido a él. Wasa casi descarga su ira contra LPR, pero estaba más preocupado en cómo solucionar aquel mal entendido.

Wasa confió en su maltrecha suerte, esperando que el profe olvidara aquel incidente. Pero, a los tres días, entró al salón el coordinador académico (CA) solicitando su presencia en su oficina. El dormilón muchacho tenía pocas dudas del por qué se le requería. Una vez allí el CA le lee una carta, casualmente, del profe de filosofía, en la que lo denunciaba y describía de una manera contundente y nada recatada como un delincuente inadaptado que no encaja en la sociedad, constante foco de distracción para sus compañeros, incumplido con los trabajos académicos, irrespetuoso por haberlo llamado sapo, amenazador de LPR, y más papeletas que no se terminaba de creer. Nuevamente el profe lo había dejado totalmente anonadado, congelado, témpano con su proceder. Wasa era consciente de no ser ningún santo y aceptaba algo de lo mencionado en la carta, pero pensó que era excesivo el tono peyorativo de aquella. El CA intervino para que no vaya muy lejos el asunto, por lo menos ese fue su alegato. Ya que, se había puesto castaño oscuro cuando leyó el apartado donde se pedía una sanción severa (expulsión) para el alumno que no reúne las características ni el perfil mínimo, requisitos necesarios, para estudiar en La Bausate. El CA finalizó recomendándole a un callado y reflexivo Wasaberto responder por escrito disculpándose por lo ocurrido. Wasa asintió y salió pensativo de la oficina. Acababa de sufrir tremendo atropello e injusticia a su parecer y sintió ese fénix que despierta en él al encontrarse cara a cara con situaciones injustas...(continuará...)

Comentarios

  1. Estupefacto quedé al leer que, el gran Cumpa, te quería ver lo más lejos posible de La Bausate.

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  2. Comprendo muy bien ese tipo de situaciones injustas,no hablo del académico,pero me pasó.Lo importante es que está todo solucionado y a seguir adelante con camaradas o no.

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  3. La injusticia que recibiste, fue una completa estupidez. El profesor, se refirió a tu persona sin ningún tipo de prueba. De acuerdo contigo

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  4. Yo que trato de no poner nombres y Claudio sin cumpasión echa abajo todo. Jeje. Y la otra piensa que Wasa soy yo. Gracias por los comentarios.

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  5. Mirale el lado bueno, al menos sacaste un buen tema para escribir una historia.

    Ademas que cada causa tiene su efecto y viceversa.

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