Cuando el periodista es espiado

¡Cuidado!, puedes estar siendo escuchado

Digamos que en la sociedad hay situaciones y temas ilegales que se saben y se comentan, pero no se habla de ello abiertamente. Primero, porque no hay forma de probar un acto de esa magnitud; y segundo, nadie quiere chocar con los artífices, ya que suelen ser poderes profundamente involucrados.


Uno de estos temas es el espionaje, del cual las técnicas comunes han sido históricamente la infiltración y la penetración. En ambas es posible el uso del soborno y el chantaje. Cualquier persona puede ser víctima de esta “invisible” práctica, desde el presidente de una nación, pasando por un periodista y hasta el ciudadano de a pie.


Algunos de los periodistas perjudicados por estas prácticas fueron: Mirko Lauer, Gustavo Mohme Seminario, Cecilia Valenzuela, César Hildebrandt y Fernando Rospigliosi. Y si bien  no se ha vuelto a destapar un caso de espionaje de tremendas dimensiones, hay quienes aseguran que estas prácticas no se extinguieron en aquella época.

Equipos de interceptación telefónica

Para el periodista y editor del diario La República, Juan Álvarez, es importante determinar el paradero desconocido de los equipos con los que se perpetraron aquellos dantescos atropellos a la privacidad, durante los años 90. Álvarez considera importante preguntarse dónde se encuentran los equipos que permitieron escuchar conversaciones en el régimen fujimorista.

 “Todos los equipos de interceptación telefónica, usados durante el fujimorismo, ¿dónde están?, y los que sabían del manejo de esos equipos, ¿qué están haciendo ahora? Probablemente están siendo usados por el Estado, o quizás, por grupo privados. Lo que pasó en el caso BTR es la demostración de que parte de esos equipos y parte de esas personas todavía siguen operando con otros fines”, señaló Álvarez al tiempo de afirmar que conocer sobre esto será importante para poder avanzar en la lucha contra el espionaje ilegal.

Como se recuerda, el caso de interceptación telefónica por parte de la empresa Business Track, más conocido como caso BTR, se inició tras la difusión de los "Petroaudios", los cuales dejaban entrever de negociados en las licitaciones de lotes petroleros y que involucraba a funcionarios de la gestión aprista.

Adaptación

Tomar las debidas precauciones,  ante esta incertidumbre,  será importante para todo periodista, ya que todo parece indicar que el espionaje a los medios, viene precedida de la revelación de una información incómoda para el o los perjudicados, y generalmente cuando tiene que ver con asuntos irregulares y sospechosos del poder político y empresarial.

El objetivo será no ser  un blanco fácil. No hablar de temas delicados, no transmitir mucha información por teléfono, ya que se vuelve un elemento clave en este tipo de persecuciones, hablar en clave, y otras medidas más que han ido incorporando, se convierten en prácticas comunes del día a día.

Juan Álvarez, editor de La República
“De hecho cada vez que nosotros hablamos, siempre en modo de broma, y ahora cada vez más en serio decimos: “al que nos está escuchando, hola también a ti”, para hacer notar que tú estás conociéndolo”, nos cuenta Álvarez, que además expresa que todo este asunto, “tal vez puede sonar paranoico, pero dime si no hay espacio para la paranoia, no exagerada por supuesto, después de enterarnos de estos sucesos y acontecimientos”.



Esto debería hacer que se rescate el valor de lo privado y que se tenga en cuenta que el avance de las comunicaciones no necesariamente es solo para comunicarnos mejor, sino también para establecer posibilidades de controlar absolutamente todos nuestros movimientos. Más allá de lo anecdótico, este asunto nos lleva a reflexionar y a repensar en lo que uno hace con sus informaciones.

Contraatacar

Deducimos que cuando los gobiernos llevan a cabo estas prácticas las disfrazan y camuflan, resultando sombrías, misteriosas y hasta siniestras. Cualquier acción de estas circunstancias debe ser no solamente criticada y denunciada, sino debe ser judicializada. Un error de estas características, y dados los antecedentes, no solo merece un proceso y eventual sanción judicial, sino también una sanción política.

Este tipo de espionaje es para verificar a través de la vulneración de la privacidad hechos que pueden ser aprovechados de modo comunicativo, político y económico. Y lo que no debe dejar de hacerse es investigar al respecto y publicar los resultados, dentro de lo que vendría a ser aparentemente una onda paranoica. Todo debería ser motivo de sospecha, es cierto, para publicar con más cuidado y con mucha cautela.


Álvarez concluye afirmando que nunca deberíamos dejar de investigar este intrincado asunto, por eso “los periodistas deberíamos ser los más interesados en conducir esas investigaciones y que lleguen a buen puerto. Es en esa labor donde deberíamos entrar a tallar con más energía”.

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