Cuando el periodista es espiado
¡Cuidado!, puedes estar siendo
escuchado
Digamos que en la sociedad hay situaciones
y temas ilegales que se saben y se comentan, pero no se habla de ello
abiertamente. Primero, porque no hay forma de probar un acto de esa magnitud; y segundo, nadie quiere chocar con los artífices, ya que suelen ser poderes profundamente involucrados.
Uno de estos temas es el espionaje, del cual las técnicas comunes han sido
históricamente la infiltración y la penetración. En ambas es posible el uso del
soborno y el chantaje. Cualquier persona puede ser víctima de esta “invisible”
práctica, desde el presidente de una nación, pasando por un periodista y hasta
el ciudadano de a pie.
En el Perú existen antecedentes de
espionaje a periodistas. El ex presidente Alberto Fujimori fue condenado, aseis años de prisión y al pago de una reparación civil de más de 27 millones desoles a los agraviados, por haber llevado a cabo -en complicidad con su exasesor, Vladimiro Montesinos, y los comandantes generales de las FuerzasArmadas, durante su régimen de los años 90- el “Plan Emilio” que no era sino,
el seguimiento e interceptación telefónica y de correo electrónico de
periodistas y políticos opositores al régimen.
Algunos de los periodistas perjudicados por
estas prácticas fueron: Mirko Lauer, Gustavo Mohme Seminario, Cecilia
Valenzuela, César Hildebrandt y Fernando Rospigliosi. Y si bien no se ha vuelto a destapar un caso de
espionaje de tremendas dimensiones, hay quienes aseguran que estas prácticas no
se extinguieron en aquella época.
Equipos
de interceptación telefónica
Para el periodista y editor del diario La República, Juan Álvarez, es
importante determinar el paradero desconocido de los equipos con los que se perpetraron aquellos dantescos atropellos a la privacidad, durante los años 90.
Álvarez considera importante preguntarse dónde se encuentran los equipos que
permitieron escuchar conversaciones en el régimen fujimorista.
“Todos los equipos de interceptación
telefónica, usados durante el fujimorismo, ¿dónde están?, y los que sabían del
manejo de esos equipos, ¿qué están haciendo ahora? Probablemente están siendo
usados por el Estado, o quizás, por grupo privados. Lo que pasó en el caso BTR
es la demostración de que parte de esos equipos y parte de esas personas
todavía siguen operando con otros fines”, señaló
Álvarez al tiempo de afirmar que conocer sobre esto será importante para poder
avanzar en la lucha contra el espionaje ilegal.
Como se recuerda, el caso de interceptación telefónica por
parte de la empresa Business Track, más conocido como caso BTR, se
inició tras la difusión de los "Petroaudios", los cuales dejaban
entrever de negociados en las licitaciones de lotes petroleros y que
involucraba a funcionarios de la gestión aprista.
Adaptación
Tomar las debidas precauciones, ante esta incertidumbre, será importante para todo periodista, ya que
todo parece indicar que el espionaje a los medios, viene precedida de la revelación
de una información incómoda para el o los perjudicados, y generalmente cuando
tiene que ver con asuntos irregulares y sospechosos del poder político y
empresarial.
El objetivo será no ser un blanco fácil. No hablar de temas
delicados, no transmitir mucha información por teléfono, ya que se vuelve un
elemento clave en este tipo de persecuciones, hablar en clave, y otras medidas
más que han ido incorporando, se convierten en prácticas comunes del día a día.
Juan Álvarez, editor de La República |
“De hecho cada vez que nosotros hablamos,
siempre en modo de broma, y ahora cada vez más en serio decimos: “al que nos está
escuchando, hola también a ti”, para hacer notar que tú estás conociéndolo”,
nos cuenta Álvarez, que además expresa que todo este asunto, “tal vez puede sonar paranoico, pero dime si
no hay espacio para la paranoia, no exagerada por supuesto, después de
enterarnos de estos sucesos y acontecimientos”.
Esto debería hacer que se rescate el valor
de lo privado y que se tenga en cuenta que el avance de las comunicaciones no
necesariamente es solo para comunicarnos mejor, sino también para establecer
posibilidades de controlar absolutamente todos nuestros movimientos. Más allá
de lo anecdótico, este asunto nos lleva a reflexionar y a repensar en lo que
uno hace con sus informaciones.
Contraatacar
Deducimos que cuando los gobiernos llevan a
cabo estas prácticas las disfrazan y camuflan, resultando sombrías, misteriosas
y hasta siniestras. Cualquier acción de estas circunstancias debe ser no
solamente criticada y denunciada, sino debe ser judicializada. Un error de
estas características, y dados los antecedentes, no solo merece un proceso y
eventual sanción judicial, sino también una sanción política.
Este tipo de espionaje es para verificar a
través de la vulneración de la privacidad hechos que pueden ser aprovechados de
modo comunicativo, político y económico. Y lo que no debe dejar de hacerse es
investigar al respecto y publicar los resultados, dentro de lo que vendría a
ser aparentemente una onda paranoica. Todo debería ser motivo de sospecha, es
cierto, para publicar con más cuidado y con mucha cautela.
Álvarez concluye afirmando que nunca
deberíamos dejar de investigar este intrincado asunto, por eso “los periodistas deberíamos ser los más
interesados en conducir esas investigaciones y que lleguen a buen puerto. Es en
esa labor donde deberíamos entrar a tallar con más energía”.
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